Y acercarse a la posibilidad
de ser manantial,
refugio,
origen
destejiendo lentamente
ese tupido tapiz de sombra,
transformando ceniza en agua,
páramo en vergel.
Algo tan sagrado que ni se anuncia,
algo que solo se cuida, se desea, se protege.
Este presente azul y empozoñado
de tu muerte me pasa por encima
mientras los relojes indolentes
continúan con su trabajo,
en un avance,
en una deriva
Cuánta ausencia
y este miedo que crepita
en cada gesto, en cada despertar.
Tortura del cuerpo
que no olvida.
Cada vez que veo un carrito
se me astillan las entrañas.